domingo, 6 de junio de 2010

Comentario de Angel García Muñoz

¡Hola, compañeros!
Éste es mi segundo intento de dejar un comentario. No sé a qué tecla le toco pero a la hora de enviar, no lo consigo.
Estoy de acuerdo en que hay que intentar locoalizar al mayor número de compañeros posibles como comenta JUAN HIDALGO porque, teniendo en cuenta que somos un grupo que lo integramos dos curso distintos, verdaderamente hay una gran ausencia. Y no lo digo por los compañeros que este año no han podido asistir por diversos motivos, sino por aquellos que, sabiendo cuándo y dónde celebramos el encuentro, no se deciden a unirse.
Casi todos conocemos y tenemos "localizados" a algunos de estos compañeros que se resisten a visitarnos. A veces es muy difícil transmitirles el entusiasmo que a cada uno de los que vamos nos empuja a volver el próximo año. Es posible que nos consideren como "VIEJOS ROMÁNTICOS". No saben la satisfacción que da volver a recibir ese afectuoso y cálido abrazo de los compañeros con lo que se compartió estudios, juegos, educación, deportes, competiciones, comidas y sueños. A lo mejor nos dicen que volver a ver a personas que ya no tienen nada que ver en nuestra vida actual, a las que solamente nos une unos recuerdos bastante borrosos, para ellos no tiene sentido.
Sin embargo, los recuerdos de la infancia y de la adolescencia llegan a ser elementos decisivos para determinar el tipo de adultos que hemos llegado a ser y cómo funcionan nuestras mentes. Este recordar el pasado es no solamente un instrumento para la creación y la conservación de la identidad personal; puede ser también un proceso capaz de hacernos disfrutar. Y eso es realmente lo que nos pasa a todos los que asistimos a estos encuentros: disfrutamos de la compañía de los otros; volvemos a recuperar recuerdos que los demás tienen de uno mismo y que nosotros habíamos olvidado. Porque conservar y grabar en la memoria los sucesos de la vida, sean grandes o pequeños, es una de las maneras más antiguas y satisfactorias para traer orden a la conciencia.

Y en esa tarea de darle nuevamente sentido al pasado vuelve a ser importante en mi vida para expresar ese sentido de agradecimiento por todo lo que he recibido de las personas que en aquellos años me educaron ya que por ellos estoy donde estoy y soy como soy, para bien o para mal.
Y en aquellos años la vida nos hizo compartir muchos acontecimientos de los cuales hemos conservado en la memoria los que han sido especialmente amenos y significativos para cada uno de nosotros; y cada uno de vosotros forma parte de mi vida y yo de la vuestra, aunque tan solo sea en un recuerdo borroso, en un desaparecer sin llegar a decir adiós, en un "me voy de aquí porque esta no es mi vida" y te vas sin dejar rastro (lo digo por experiencia personal)
Con el paso de los años te queda un vacío, como un algo que no has llegado a realizar y piensas que sería bueno poder decirle algunas cosas a aquellos compañeros de los que no te despediste.
Y ahora la vida me brinda de nuevo la oportunidad revisar ese pasado de mi etapa de seminarista salesiano, de mi salida "brusca" por dicisión personal, de revolver en mi memoria los sucesos y anécdotas -que son muchas- de aquellos años. Y no la quiero desaprovechar.
Por eso quiero volver a darle las gracias nuevamente a MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ ROMERO por esta maravillosa idea.
A JUAN HIDALGO CAMPOS por mantener el espíritu de los ecuentros.
Y a cada uno de vosotros por volver cada año para sentir y recuperar, de algún modo, aquella historia significativa del Seminario Salesiano de Montilla y Pedro-Abad, porque con ello estoy consiguiendo darle nuevamente un sentido importante a mi pasado.
Un gran abrazo. ÁNGEL GARCÍA MUÑOZ

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